
CV y portfolio: ¿qué necesitas para destacar en un proceso de selección en 2025?
¿Sabías que, de media, un reclutador tarda solo 6 segundos en decidir si sigue leyendo un currículum o lo descarta? Este tiempo es lo que se tarda en parpadear dos veces, y en ese breve instante, una decisión puede cambiar el rumbo de una candidatura. Y no porque falte talento o experiencia, sino porque el currículum no ha sabido comunicarlo.
Hoy, en pleno 2025, destacar en un proceso de selección ya no solo implica tener decenas de proyectos o de haber estudiado en el sitio correcto. Implica construir una imagen profesional coherente, atractiva y adaptada a un entorno en el que los perfiles se buscan y analizan con lupa… Por eso, el CV sigue siendo importante, pero ha dejado de ser suficiente. ¿Entonces, cuál es la solución?
Cada vez más, el portfolio se convierte en un espacio donde el trabajo realizado puede hablar por sí mismo. No se trata únicamente de mostrar proyectos visualmente atractivos, sino de presentar evidencias concretas de las competencias, la forma de pensar y el valor que se puede aportar. Un buen porfolio no sustituye al currículum: lo complementa, lo enriquece y, sobre todo, permite destacar en un mercado en el que ya no es suficiente con cumplir los requisitos.
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El contexto actual: por qué en 2025 ya no basta con un CV tradicional
Muchas empresas utilizan programas automáticos para hacer un primer filtro. Estos sistemas buscan palabras clave, orden, claridad y datos concretos. Después, si el CV pasa esa criba, lo revisa una persona. Pero incluso entonces, no hay mucho margen: el documento tiene que ser claro, directo y demostrar valor desde el primer vistazo.
Un listado de experiencias laborales sin contexto ni resultados se queda corto. Lo que de verdad cuenta es mostrar qué se ha hecho y qué se ha conseguido. Por eso, un currículum bien hecho es una herramienta que explica cómo se ha contribuido en cada proyecto, con resultados medibles.
¿Qué buscan ahora los reclutadores y departamentos de RR. HH.?
Cada vez se valora más que el currículum esté bien enfocado. No hace falta contarlo todo, solo lo relevante. Lo primero que miran los equipos de selección son los logros. No tanto las tareas, sino el impacto: qué se ha mejorado, cuánto se ha vendido, qué proceso se ha optimizado. Si además se puede resumir en una cifra, mejor.
Junto a eso, también se tiene muy en cuenta cómo se trabaja. Las habilidades personales, como saber colaborar, adaptarse a los cambios o comunicar bien, pueden destacar a un candidato frente al resto. Esa combinación —resultados + forma de trabajar— es lo que más interesa ahora.
¿CV o portfolio? Necesitas ambos para destacar
El currículum cuenta lo que se ha hecho. El portfolio lo muestra. Tener los dos ayuda a reforzar el mensaje. El CV puede ser muy bueno, pero si además va acompañado de un portfolio donde se ve el trabajo real —proyectos, presentaciones, campañas, análisis, prototipos…—, la impresión es mucho mejor.
Cada vez más perfiles usan portfolio: gente de marketing, comunicación, tecnología, educación, incluso perfiles más técnicos. Da igual el formato: puede ser una web, un PDF descargable o un documento compartido.
Cómo hacer un currículum que capte la atención en segundos
Lo que funciona es que esté bien estructurado, se entienda rápido y tenga la información justa. Hay que evitar bloques de texto largos, diseños recargados o gráficos que solo distraen. Lo mejor es usar un formato limpio, con secciones bien diferenciadas: perfil profesional, experiencia laboral, habilidades, formación y enlaces a otros contenidos si es necesario.
Qué información incluir y qué evitar en tu currículum
Lo esencial es que el currículum tenga los datos de contacto visibles (correo, teléfono, perfil de LinkedIn), un título profesional claro (por ejemplo, “Especialista en análisis de datos”) y un pequeño resumen inicial donde se diga qué se sabe hacer y qué tipo de proyectos se han trabajado.
La experiencia laboral conviene ordenarla de la más reciente a la más antigua, con ejemplos concretos de lo que se ha hecho en cada puesto. Mejor usar frases breves y empezar con verbos de acción: “coordiné”, “diseñé”, “implementé”, “resolví”, “lancé”… También es buena idea incluir herramientas que se dominan (programas, plataformas, metodologías) y alguna mención a habilidades personales si tienen relación con el trabajo.
El uso de palabras clave y logros medibles en tu CV
Los sistemas que revisan los currículums suelen buscar coincidencias entre lo que pide la oferta y lo que aparece en el documento. Por eso es importante adaptar cada CV al puesto, sin copiar frases exactas, pero usando términos parecidos. Si una empresa busca “experiencia en entornos ágiles” o “conocimientos en Power BI”, conviene que eso aparezca de forma natural si realmente se tiene.
Y más allá de las palabras clave, lo que aporta verdadero valor en una candidatura son los logros concretos. Incluir datos medibles —como “atención a una media de 60 personas al día” o “mejora del índice de satisfacción en un 20 %”— permite evidenciar el impacto del trabajo realizado y reforzar la propuesta profesional.
Qué es un portfolio y por qué está ganando protagonismo
Un portfolio es, básicamente, una recopilación de trabajos que demuestra lo que una persona sabe hacer. Es una forma de contar la trayectoria profesional a través de ejemplos reales. Sirve para enseñar procesos, decisiones, resultados y aprendizajes.
Cada vez más personas lo utilizan porque los reclutadores no buscan únicamente leer qué puestos se han ocupado, sino ver cómo se ha trabajado. Un buen porfolio no se limita a mostrar el producto final; también explica el contexto: qué se pedía, cómo se resolvió y qué impacto tuvo.
Diferencias entre un portfolio físico, digital e interactivo
Hay muchas formas de presentar un portfolio. El formato más común hoy es el digital, ya sea como un PDF descargable o una web personal. Este formato permite acceder desde cualquier dispositivo y facilita incluir enlaces, vídeos, gráficos o documentos adicionales. Además, es fácil de actualizar.
Y luego están los portfolios interactivos. Suelen estar diseñados en plataformas más dinámicas o en herramientas como Notion, Figma o incluso en presentaciones animadas. Este tipo de portfolio no solo muestra resultados, sino también cómo se llega a ellos. Es especialmente útil en perfiles donde se valoran los procesos: diseño de producto, desarrollo web, estrategia, etc.
¿Quién necesita un portfolio? Mucho más allá del diseño gráfico
Durante mucho tiempo, los portfolios se asociaron casi en exclusiva con diseñadores. Pero ahora se utilizan en muchos sectores. Por ejemplo, alguien que trabaja en marketing puede incluir campañas que haya coordinado, ejemplos de contenidos que haya creado o resultados de acciones digitales. Una analista de datos puede presentar visualizaciones, análisis o informes. Un perfil de educación puede mostrar recursos formativos que haya diseñado o dinámicas aplicadas en el aula, por ejemplo.
CV con portfolio: cómo integrarlos para multiplicar tu impacto
El currículum y el portfolio funcionan mejor cuando se presentan como parte de una misma historia. No se trata de repetir información, sino de complementarla. Una buena práctica es incluir enlaces a piezas del portfolio dentro del CV. Por ejemplo, si en tu experiencia laboral mencionas que lideraste una campaña digital, puedes añadir un enlace que lleve a un caso explicado con más detalle.
También se puede incluir una sección específica en el CV bajo el título “Proyectos destacados” o “Portfolio” con enlaces a cada uno. Si usas LinkedIn, puedes añadir los mismos materiales en el apartado de contenido destacado.
La importancia de la marca personal en tu candidatura
Más allá del currículum y el portfolio, hay otro factor que puede resultar decisivo: la marca personal. Se trata, simplemente, de cómo se define un perfil profesional, cómo se comunica la actividad que se realiza y cómo se percibe en los distintos espacios en los que está presente (CV, LinkedIn, portfolio, web personal…).
Cuando se busca un nombre en internet, lo ideal es que aparezca un mensaje claro, que permita entender la especialidad, el estilo de trabajo y el valor que se puede aportar.
¿Qué elementos refuerzan tu propuesta de valor profesional?
- Una frase clara que resuma el perfil profesional. No es necesario que sea perfecta, sino concreta. Por ejemplo: “Consultora en sostenibilidad especializada en proyectos de economía circular”.
- Un estilo visual coherente. Si se dispone de un logotipo o se utilizan ciertos colores, conviene mantenerlos tanto en el porfolio como en el currículum. En caso contrario, al menos es recomendable emplear un mismo tipo de letra o una estructura básica uniforme.
- Publicaciones o contenidos que aporten. Un artículo breve, una presentación o una pequeña guía. No con el objetivo de promocionarse, sino de compartir conocimiento.
- Participación en espacios relevantes. Desde un webinar hasta un comentario útil en LinkedIn, todo contribuye a que un perfil profesional gane visibilidad.
Conclusión
Por mucho que cambien las herramientas, hay algo que no cambia: la necesidad de contar bien quién eres, qué sabes hacer y qué puedes aportar. No se trata de impresionar, sino de conectar. De dejar claro, en pocos segundos, que hay una historia detrás. Una historia profesional que vale la pena descubrir.
Y si hablamos de prepararse para lo que viene, también hablamos de inteligencia artificial. En nuestro caso, ese compromiso con la innovación toma forma en Planeta Formación y Universidades - Nex·ia, nuestro centro de inteligencia artificial aplicada, creado en alianza con Google Cloud y Deloitte. Un espacio que une formación, investigación y tecnología para ayudar a estudiantes, docentes y profesionales a entender y aprovechar el potencial de la IA.